El uso de aislantes térmicos de bajo impacto ambiental, como lana de oveja, celulosa reciclada o corcho, ayuda a lograr una envolvente eficiente sin sacrificar la sostenibilidad. Estos materiales mantienen un balance adecuado entre propiedades térmicas, acústicas y ecológicas, siendo biodegradables o fácilmente reciclables al final de su vida útil. Además, su producción suele requerir menos energía, lo que contribuye a la reducción de emisiones en todo el proceso constructivo.
Las ventanas y puertas juegan un papel crucial en el rendimiento energético de un edificio. La adopción de carpinterías de última generación y vidrios dobles o triples con tratamientos especiales permite evitar pérdidas o ganancias térmicas indeseadas. Estos elementos contribuyen a regular la temperatura interior, mejorar el aislamiento acústico y optimizar el uso de energía para climatización, generando ambientes confortables y sostenibles a largo plazo.
La incorporación de cubiertas verdes y sistemas de fachadas vegetales es una tendencia en auge en la edificación sostenible. Estos elementos no solo proporcionan aislamiento adicional, sino que también ofrecen ventajas como la mejora de la biodiversidad local, la retención de agua y la protección de las superficies constructivas. Las cubiertas vegetales contribuyen significativamente a reducir la temperatura interior de los edificios y a mitigar el efecto isla de calor en entornos urbanos.